lunes, 18 de mayo de 2009

Vino

Un día pasas por una bodega y decides comprar un vino de 15 ó 20 euros esperando beberlo en una ocasión especial, pero resulta que cuando llega esa ocasión ha pasado demasiado tiempo y el vino está estropeado. Y entonces recuerdas aquel sábado que os levantasteis pronto y después de pasar por el mercado a hacer la comprar cocisteis un rape que comisteis aliñado con una ajada y ella te contaba esa idea suya de negocio en Internet que había tenido mientras tú removías el pimentón en el aceite y los ajos ya fritos. O recuerdas el día que después de comer con tus padres decidisteis pasar la fría tarde de invierno en casa viendo esa película francesa que tanto os gusta y como notaste, bajo la manta, que el vello de su brazo se erizaba cuando los niños, disfrazados, bailaban al son de una tímida música, y como tras sus gafas viste alguna lágrima de emoción. O también ese miércoles frío que llegasteis a casa tarde después de un día agotador de trabajo y en vez de encender el televisor para desconectar con cualquier cosa como soléis hacer, decidiste escuchar a Van Morrison, y mientras la música sonaba y untabas margarina en el pan de molde para hacer los sandwiches la hacías reír contándole la conversación que tuviste con tu amigo Mateo ese mismo mediodía. Y piensas que esa risa brillante en un gris miércoles merecía el vino de 20 euros; piensas que todos estos momentos cotidianos merecían ese vino que ahora está estropeado y no hay quien tome.

Creo que en un embarazo es igual. No debes esperar al nacimiento del niño para descorchar la botella de vino de 20 euros que decidiste comprar cuando pasate por la bodega. O por lo menos eso pienso estos días, cuando se cumplen los cuatro primeros meses de embarazo de Sonia.

1 comentario:

  1. Yo estoy por abrirme una botellita de Pesquera del 2005 oyendo "Far from an answer".
    Hay quecelebrar cada segundo que se está vivo.

    ResponderEliminar