lunes, 5 de octubre de 2009

Cine

Pocas cosas hay mejores que el salir del cine después de ver una buena película. Cuando te deja en la butaca, y sólo te levantas porque piden paso los que están a tu lado o acaban los créditos y el acomodador te echa; cuando en el coche, camino de casa, vas en silencio, apenas sitiendo el murmullo de los comentaristas de los partidos, pese a estar alta la radio; cuando bajas al bar a ver lo que se presupone un partidazo pero tu sólo puedes ver los ojos de la protagonista o escuchar esa frase que parece está dicha, escrita para ti; cuando a la mañana siguiente hagas lo que hagas todo te lleva a la película; cuando te levantas pronto para escribir y te das cuenta de que lo que querrías escribir es eso que viste; pocas cosas hay mejores, y ayer me pasó después de ver El secreto de sus ojos.

(A pesar del pésimo cine donde lo vi: en el centro comercial Gran Vía, Vigo. Nunca vayan)

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