martes, 13 de octubre de 2009

Lavadora.

Al técnico que ahora mismo está arreglando mi lavadora, le gusta ser técnico de lavadoras. Diría que incluso está orgulloso de ser técnico de lavadoras. Eso se nota cuando ves a alguien trabajar: se nota si le gusta o no, si está orgulloso de ser lo que es; en su mirada es fácil ver el difrute o el tedio, la tensión causada por cada tornillo que tiene que quitar o la comprensión ante cualquier atasco de una tapa que no quiere salir. En este caso, por cómo mira el tambor girar y calcula, por esto, el desgaste de los rodamientos, coloca la puerta cuando la desmonta, quita el tornillo, el típico tornillo que siempre se atasca, por cómo te habla y te cuenta el problema, destacando las virudes del producto, vendiendo la marca, contando anécdotas de averías de lavadoras, sé que está orgulloso de ser lo que es.

Los dos, él y yo, sabemos que el problema que ha tenido mi lavadora ha sido causado por un error mío de uso y que no debería cubrirlo la garantía. Me ha preguntado insistemente si cargo mucho cada lavado. Le he dicho que no, que lo normal. Él ha sonreido; yo también. Después se ha puesto a desmontar la lavadora y le he preguntado si va a cambiar la goma. Sí la iba a cambiar, y entonces he querido saber cuánto me iba a costar. Nada, me ha dicho, se lo voy a meter en garantía. Y me ha tratado de usted pese a las pintas que tengo ahora mismo (pantalón corto de pijama a cuadros azules, marrones, naranjas y blancos, zapatillas de casa abiertas por detrás grises, calcetines negros altos (no los tobilleros que se llevan ahora en verano) y sudadera de capucha roja). Y me lo ha metido en garantía pese a que los dos sabemos que ha sido un problema de uso mío. Supongo que se habrá preguntado qué hacemos Sonia y yo en casa, a estas horas y con estas pintas, estando ella además embarazadísima (una de las anécdotas trataba sobre los niños y su acercamiento a las lavadoras) y a lo mejor se ha contestado que suguramente estaríamos en paro y por esto nos lo ha metido en garantía aunque yo prefiero pensar que nos lo ha metido en garantía porque le he escuchado educadamente y con interés hablar sobre los rodamientos, los tambores, los fuelles, los amortiguadores de los tambores y demás cosas técnicas que en un rato me ha comentado y, aunque me ha parecido un momento de soledad terrible, como la conversación en la película Casa de los Babys de John Sayles entre una de las señoras que espera en el hotel de una ciudad indeterminada de América latina a que le den el niño en adopción y que no sabe español y la asistenta de limpieza del hotel, que no sabía inglés, pero que aún así, sin entenderse, ambas se contaron sus miserias, sabiendo que cada una le contaba sus dolores a la otra y escuchaban atentamente, pese a nos saber de qué hablaba; como en la película, también me ha parecido que le he hecho feliz dejándole contar eso, aunque tampoco le entendía nada y que me ha correspondido pasandome por garantía lo que parecía imposible de pasar por garantía.
Gracias. Ha sido un placer.

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