martes, 10 de marzo de 2009

Sueño de hoy.

Hoy he soñado que ayudaba a varios amigos a hacer sus planes de empresa. Marga estaba agobiada porque no sacaba adelante su proyecto. S. intentaba ayudarla, pero por la razón que sea no podía. Al final, el dije, mira Marga, yo no sé mucho de empresa y planes de empresa, pero sé ayudar, sé escuchar. Dime qué necesitas y seguro que lo sacamos. Y efectivamente, acabó su plan de empresa (era de una tecnológica de no sé qué). Luego me fui río abajo. Era el río Alberche y aunque yo recuerdo el agua del Alberche muy fría, en este caso no lo estaba tanto y podías nadar. Por el camino río abajo, me encontraba a gente del Camping donde pasé mi infancia y que estos días estoy recordando a través de Facebook. Los veía, los reconocía pero no los saludaba... ni ellos a mí. En esto apareció Chema (novio de Marga) y me pidió ayuda con otro plan de empresa. Le ayudé, claro, pero un poco agobiado porque tenía que hacer mi trabajo, y entre planes de empresa y baños en el río, no había hecho nada. Sacamos el plan de empresa y volví al río, a dejarme caer por la corriente como hacía de pequeño. Aunque esta vez la corriente era tranquila. Y seguía encontrándome gente del camping, y seguía sin saludar. Después vino Alfonso, pero no venía con plan de empresa. Sólo quería charlar así que nos pasamos unas cuantas horas río abajo charlando sobre su nuevo negocio. Al rato nos dimos cuenta de que teníamos mucha hambre y subimos por unas escaleras que salían del río a una hamburguesería. Alfonso se pidió dos hamburguesas y como a mí me pareció mucho me pedí una y tres croquetas. Eso sí, con ensalada y patatas fritas. Cuando acabamos me fui a trabajar. Quede con mi jefe y nos fuimos a Promovisa (nuestra anterior empresa) a ver a no sé quién. Lo que iba a ser cinco minutos se convirtió en una mañana entera. Yo estaba angustiado porque estaba en mi anterior empresa, que ahora es competencia, cerrando negocios con clientes que eran de Promovisa antes y ahora son nuestros. Pero mi jefe no le daba importancia. Así que agobiado me fui y me encontré con Mortol. Nos bajamos al río a darnos un baño y después fuimos a comer algo (¿más?). Pero al salir del río hacía el restaurante a Mortol le entraron ganas de mear y se puso a mear en plena entrada del Bar, que era distinto a la hamburguesería de antes pero muy parecido. En esto llegó la camarera y, claro, nos echó la bronca por mear en el pasillo del Bar, sabiendo que había otros clientes cerca. El caso es que era verdad que había clientes cerca, que casi podían ser salpicados por Mortol, pero nosotros no le dábamos importancia. Ni siquiera al olor a pis que dejó en todo el Bar. Así que muy educado y con Mortol por detrás gritando que qué es eso, que no le dejan mear donde quiera, le dije a la camarera que nos diera dos hamburguesas para el camino. Muy amablemente nos la dio, y allá nos fuimos, río abajo a comer las hamburguesas...

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