Me ha molado este fin de semana, pese al desagradable sueño que tuve el viernes y que no quiero ni recordar.
El viernes codidazo con Mortol y Vicent, copita junto al mar, paseo por el puerto, otra copita, otro paseo y una última copita en la Plaza de la Constitución. Moi ben.
El sábado, comida en el Marco y visita al museo; Vicky, Cristina, Barcelona en DVD (no es tan mala); cañitas y picoteo con Mar y Eva, hablando de embarazos y del BNG y luego, ya sólo, al concierto de Doctor Explosion en La Iguana: qué buen concierto, qué divertido.
Y el domingo, después de la obligatoria (y maravillosa) lectura de periódicos en la cama, pizza en el Chicote (descubriendo comer con agua); Slumdog MIllionarie en el cine (no es tan buena. Sí, es entretenida y sales con la lagrimilla y eso, pero al día siguiente, la recuerdas y ya no emociona); un par de goles de del Barça y Doctor Mateo (que es una mierda pero me he enganchado: los domingos por la noche no son para Dostoievski)
Conclusión: hay veces que mola más vivir que soñar y que los pequeños detalles, la suma de pequeños momentos maravillosos hacen que la vida sea así, maravillosa. No esperes el gran momento, disfruta de lo cotidiano.
lunes, 23 de marzo de 2009
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